octubre 17, 2011

Un descanso, última parada

A ver, ¿por dónde comienzo?

Se dice, según Fabricio, que los vientos que soplan en Toulouse y que afectan la zona del Midi pueden hacer que uno se enoje, incluso se vuelva loco y supe que había algo de cierto en ello cuando después de dos días de avanzar contra el viento me puse a patear furioso una piedra en un área de descanso al no poder tomar velocidad en un descenso largamente esperado (y luego me comí un chocolate para el coraje).

El plan era salir con calma de casa de Olivier y Nadia en Aspéres pero los minutos se convirtieron en horas cuando por sugerencia de Olivier revisamos mi bicicleta antes de salir y descubrimos un rayo roto de la llanta trasera por lo que tuvimos que ir al pueblo en busca de un taller de bicis para conseguir uno de repuesto. Ya entrada la tarde y sin muchas ganas de partir nos dijimos adiós en la puerta de su casa y comencé a seguir la ruta que con todo detalle me indicó para ir a Toulouse: un camino bellísimo y , de tener el viento a favor, rápido. Tal vez hice mal pero como no me sentía repuesto del todo aún, contaba con ese viento para llevarme a mi destino antes del fin de semana. Lo que siguió fue varios días con el viento en contra, soplando a ratos en ráfagas de hasta 55km/h lo cual convertía el camino en un largo ascenso pero sin la gloria de poderse parar a contemplar el mundo desde lo alto. Lo cierto es que el paisaje en ese tramo es espectacular, la vegetación baja y nudosa propia del mediterráneo me hacía sentir ya casi de regreso en España y a menudo tenía que recordarme de detenerme y admirar el paisaje, antes de volver a subir a los pedales rechinando los dientes.

Hacía años que tenía la intención de ir a Toulouse y en todo ese tiempo había intercambiado algunos mensajes con Fabricio diciendo que un día iría a visitarlo y por fin había llegado, en la última parada programada antes de iniciar la etapa final hacia Madrid, unos 750 km a través del suroeste de Francia, los Pirineos y Castilla . Aprovechando la ocasión de estar en confianza decidí reposarme unos días antes de salir, no sin la inquietante sensación de hacerlo al precio de perder varios preciosos días de buen clima (¡El invierno se acerca!).
Tras una semana que pasó demasiado rápido, vuelvo mi casa de asfalto. Serán acaso unos diez días de bicicleta antes de la parada definitiva en Madrid, de vuelta al inicio.

octubre 05, 2011

Aspéres


 Ginebra- Alixan: 189 km Ver ruta
Nimes- Asperes 32.6 km Ver ruta


Decidirme a salir de Ginebra fue de lo más difícil. Daniel y Marion –Bueno, si cambias de opinión ya sabes que tienes tu estudio por el tiempo que quieras- y yo pensando – Bueno, y ¿Qué tal si me quedo unos días más y me hago todo el trayecto a Montpelier en tren?- Al final nos despedimos y me equivoqué al doblar la primera esquina. 

 Siguiendo la ruta que Daniel trazó en mi mapa comencé el descenso al sur de Francia, a la vez espoleado por el horror de las lluvias frías en el norte y atraído por la promesa de un otoño tardío. Sabía bien que no llegaría a tiempo a mi próximo destino, la casa de Olivier y Nadia en Aspéres (cerca de Montpelier) pero por lo menos iba a tratar de llegar lo más lejos posible antes de tener que subirme a un tren, lo cual no me agradaba nada porque en tren y con bici las sorpresas, por lo general desagradables, acechan por montones. Fue en Valence donde finalmente me subí al TGV y aunque empaqué la negra y todo según las reglas fui a caer en las garras de Brice, controlador infernal, quien ávido de autoridad fue a descargar sobre mi pobre bolsillo la onerosa pena de 50 euros por llevar una bicicleta en otra cosa que no fuera una funda apropiada. Bueno, mejor ni mencionar las cosas que deseo para él cada vez que recuerdo el incidente.

La llegada a Nimes fue una agradable sorpresa, en poco menos de una hora el clima se había transformado por completo: treinta grados, el cielo despejado, los árboles bajos y nudosos, era como haber sido transportado de vuelta a la costa Dálmata. Un fin de semana en el que Olivier y Nadia junto con sus hijos me hicieron sentir como de la familia y me llevaron a conocer los alrededores con explicación al detalle sobre las características y la historia de la zona pero me sentí aún mas como en casa cuando el domingo por la tarde comenzó a subirme una fiebre que duró intermitentemente hasta el lunes  al mediodía.
Es martes al momento de escribir esto y las alforjas aguardan bajo las escaleras. Después de pasar dos días durmiendo mis fuerzas han vuelto casi por completo pero debo salir hoy, de lo contrario va a ser difícil estar en Toulouse para el viernes, donde me encontraré con Fabricio. Prometido, hoy lo tomaré con calma.
Olivier y Nadia ¡mil gracias por haber cuidado tanto de mí!